Juanito era mi amigo.
Un gran amigo que me contaba todo
desde el primer día que nos conocimos.
Me hablaba de su niñez en Marruecos,
de los tantos paises estranjeros
donde había vivido, sufrído. De la amada
Tierra de España, del combate contra "el General"
y de la sanguinaria, cruel guerra civil
querída por él
A lo largo de toda su vida el Niño
mantuvo siempre odio, cólera y un feroz
rencor por el dictador violentador de
la democracia y de su vida.
A veces me decía: Nada es peor de
un hombre débil que detiene
demasiado poder.
Juanito era un amigo, un verdadero amigo mio.
¡Niño!
así yo siempre lo llamaba
por su vetusta edad
y por su honradez.
Un día Juanito me habló de cuando
en una noche de Primavera
la Vieja Señora desdentada
sin carne y pelo sobre la cabeza
le dio una cita en la carcel
y el listo se enamoró de ella. ¡La deseó!
La Señora del Tiempo, escuchando
el débil ruego del prisionero,
un poco emocionada le sonrió y
bajando la voz le dijo:
Ahora no tengo tiempo para tí,
la temporada tuya no está pronta
mas te regalo amistad y una promesa,
¡Espera!
Espera hasta quando al horizonte
los ultimos rayos de la puesta de sol
no calienten más tu piel
luego, al crepuscolo yo vendré
a darte mi mano y el eterno amor.
Al final de una tarde de Septiembre ella
llegó envuelta en una rica capa de seda negra,
un velo transparente largo hasta los pies
le cubría la cabeza ornada de rosa escarlata.
La Señora del Tiempo sonrió a mi amigo Juanito
y de acuerdo con él, sin proferir palabra
le tendió la mano y se lo llevó. 09/09/1995 FC
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